En la siguiente foto tres tordos descansan en la veleta del "turmis", como se denomina al deposito de agua.
En esta otra, en un cable de la luz frente a la espadaña de la Iglesia de Santa Juliana.
Se posa prácticamente en cualquier lugar, pero en invierno su sitio preferido son las antenas de la televisión, también en las ciudades, como por ejemplo la cercana Valladolid.
Resulta muy fácil de distinguir por su color totalmente negro con irisaciones, tamaño algo superior al gorrión y pico largo, fuerte y estrecho; podría llegar a confundirse con el mirlo, pero el estornino tiene un porte más postrado y la cola mucho más corta, además su hábitat y comportamiento son totalmente diferentes.
Si el sonido que emiten los vencejos cuando vuelan es un signo inequívoco del verano, el silbido del estornino posado en cualquier atalaya es una símbolo del otoño, sobre todo al atardecer, en días claros, cuando los reflejos de la luz sumergen todo el entorno en una tonalidad ocre.
Tiene una gran cantidad de tipos distintos de silbidos y gorgojeos, como si tuviera un idioma propio, incluso capaz de imitar a otras aves.
A final del verano se reúne en bandadas que a medida que desaparece el buen tiempo se hacen cada vez más numerosas, así en invierno se reúnen por miles en parques y jardines, normalmente junto a estorninos pintos.
También se pueden ver junto a otras aves, como en este caso las tórtolas turcas, que comparten con los estorninos la "comba" del cable de la luz.
Su cercanía y variedad de canto no impide que no se le tenga mucha estima, puesto que se pirra por la fruta, sobre todo higos y uvas.
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