Los ejemplares masculinos tienen unos colores vivos y marcados y se distinguen de la collalba rubia por su marcada ceja blanca y sus partes superiores grises azuladas, de donde proviene su nombre.
Por contra las hembras tienen unos colores mucho más apagados.
Como se ha dicho es muy fácil verlas junto a los caminos, donde levantan el vuelo en cuanto te acercas para posarse un poco más delante y mueven la cola de abajo arriba a bajo de manera intermitente y continua.
Otro rasgo que caracteriza a alas collalbas es su cola blanca con una "T" negra invertida, como se muestra en la siguiente imagen en lo alto de un pivot de riego. Esta marca es también visible en vuelo.
Pero para verla hay que esperar al verano, ya que aunque parezca mentira por su pequeño tamaño, es una migradora de largo recorrido, hasta 3.000 km!!. La siguiente foto esta tomada en el páramo de La Desesperada, en la valla del campo de tiro, donde se reúne a finales de septiembre para emprender su viaje subsahariano.
En primavera se pueden observar las hembras recogiendo afanosas ramitas y plumas para construir su nido, aunque para hacerlo tengan que acercarse peligrosamente al carretera VA-140.
Su fino pico delata su alimentación basada en pequeños insectos, como en este caso donde ha dado caza a un pequeño saltamontes.
Pero cuando escasean los pequeños invertebrados no hace ascos a algunas semillas, como las de los cardos.
También puede posarse en plantas cultivadas, como en este caso, donde el atardecer ha sorprendido a esta collalba gris en un campo de girasoles junto al Comino Real a su paso por Villarmentero; sus tonalidades ocres y marrones, acrecentadas por el ocaso, hacen que se confunda con el tallo y los capítulos del girasol.
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